La soledad puede ser un padecimiento que propicia o convive con la depresión y la ideación suicida.
No es lo mismo estar solo que vivir en soledad. Tú puedes sentirte solo estando en el Estadio Azteca con 110 000 personas a tu alrededor, y puedes sentirte acompañado de tus recuerdos, proyectos, afectos y energía espiritual de los demás, de tu mundo interior, estando solo en tu casa.
Por lo general, la soledad patológica es compañera de la depresión, y la depresión es la enfermedad de las mil caras, ya que puede esconderse o encubrirse de muchas formas. Una de las consecuencias de la depresión puede ser la ideación suicida, que se manifiesta desde el uso de frases como “estaría mejor muerto”, “me quiero morir”, “no le encuentro el chiste a la vida”, “a nadie le importa si vivo o muero”, hasta el hecho de buscar en forma activa el terminar con nuestra vida.
Considero forma activa las acciones que nos llevan a interrumpir bruscamente la vida, (el suicidio), como envenenamiento, arrojarse a las vías del Metro o desde la azotea de un edificio, cortarse las venas, dispararse un balazo, ya que hay una forma pasiva de suicidarse lentamente, que son las adicciones socialmente aceptadas, como: el fumar, beber en exceso, ser adicto al trabajo, al deporte, a los fármacos. La adicción a las drogas no tiene el beneplácito social, por lo que muchas familias la esconden en lugar de combatirlas.
En: http://www.spps.gob.mx/avisos/869-depresion-y-suicidio-mexico.html encontré una información interesante, misma que comparto a continuación:
La Organización Mundial de la Salud OMS, establece que a diario se registran 3 mil intentos de suicidios, y aunque en México aún no hay estadísticas claras, la Secretaría de Salud estima que cada año hay hasta 14 mil intentos, sin considerar a los consumados.
Uno de cada 10 intentos es concluido, lo que coloca a México en el noveno país de muertes auto-infligidas, de una lista de 53 aproximadamente. Según la OMS, sólo un escaso número de suicidios se producen sin aviso. La mayoría de los suicidas dan avisos evidentes de sus intenciones. Por consiguiente, deben tomarse en serio todas las amenazas de autolesión.
En la última estadística de INEGI: Estadística de suicidios de los Estados Unidos Mexicanos 2009, quedó asentado que en nuestro país se suicidaron 5,190 personas, de las que 4201 eran varones, y 989 mujeres. La mayoría prefirió el mes de mayo, la minoría, febrero.
La depresión no es una moda, constituye un severo problema de salud pública que hoy por hoy afecta entre 12 y 20% a personas adultas, es decir, entre 18 y 65 años. Autoestima baja, estrés crónico, problemas económicos, salario menor, falta de una pareja o un trabajo insatisfactorio son algunas de las razones de la larga lista en la que impera la ansiedad y tristeza extrema.
Del total de personas que se quitaron la vida, 2,197 fueron solteros y 1,978 casados. Muchísimos decesos fueron en sus propias viviendas, pero también hubo suicidios en escuelas, calles e instituciones. El medio más utilizado para quitarse la vida es el ahorcamiento con casi 4 mil, siguiéndole los métodos de dispararse con un arma larga y el envenenamiento, aunque también hubo quienes preferían saltar de un edificio o arrojarse a un vehículo.
Adolescentes y jóvenes entre 15 y 24 años, ocupan el primer lugar en sectores vulnerables, en segundo lugar se ubican personas adultas y en tercero, adultos mayores, sin embargo se ha detectado un incremento en niños menores de 10 años.
El suicidio es la única muerte que puede ser prevenida. No se pueden prevenir todos los suicidios, pero sí la mayoría. La OMS propone tomar varias medidas para reducir el riesgo:
Existen campañas gubernamentales y particulares para prevenir el suicidio y tratar la depresión, yo quiero hacer una propuesta específica como medida preventiva, basada en una experiencia personal y en un artículo que leí en la revista El País Semanal.
Tuve el privilegio de asistir a unas clases de Historia del Arte que impartió el Médico Psiquiatra, pintor, curador de exposiciones, José Valadés C., hace algunos años. Nos reuníamos en la sala de espera de su consultorio alrededor de diez personas, durante dos horas, para abordar una parte de una época en el arte. En ocasiones aportábamos información mediante investigaciones o material gráfico. Era un grupo heterogéneo en todos sentidos: edad, sexo, educación formal, nivel cultural, estado civil, ocupación, acercamiento previo al arte en general.
Ese paréntesis en la agitada vida del Distrito Federal, era un oasis que alimentaba nuestro espíritu, además de incrementar nuestros conocimientos, y servir para recuperar energías, clamar inquietudes, abrir los ojos a nuevas formas de ver la vida, y establecer lazos de amistad y compañerismo.
En la revista semanal de El País de ayer, salió un reportaje escrito por Rafael Ruíz, con fotografías de Juan Millás, ambos reconocidos periodistas, y se titula “Combatir la soledad con mucho arte”.
Mencionan que el Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa (MAC) de A Coruña, mediante su departamento de acción social, puso en marcha una experiencia pionera en ese tipo de centros, en septiembre de 2010, dirigida a personas a quienes la soledad les supone un laste, a la que llamaron “Acompañarte”, y que ahora, tras dos años y medio y 175 usuarios, se han animado a compartirla.
Cada jueves, a las cinco de la tarde se reúnen 12 o 15 personas durante dos horas en el museo, para encontrarse con gente y participar en alguna actividad relacionada con el arte. Esto dura todo el ciclo escolar.
No importa si saben algo de arte o es la primera vez que visitan un museo, el objetivo primario es romper el círculo de su aislamiento, de su soledad, al poder introducir la motivación de arreglarse, salir de su casa, ir a un edificio público a encontrarse con otras personas, saludar, hablar, relacionarse con desconocidos.
El arte es utilizado como una herramienta de inclusión social. Así, si alguien falta un jueves, le llaman para saber cómo está y hacerle ver que su presencia es importante, que cuenta para los demás, ante lo que muchos se sorprenden de que alguien note su ausencia o se preocupe por ellos. Esto eleva su autoestima.
Los responsables del programa utilizan las obras de arte como medio para desarrollar habilidades sociales, y para trasladar la idea de que no hay una sola realidad y que todos podemos reinventarnos. Se fomenta que se llamen por teléfono, o tomen un café reunidos fuera de la sesión. Es un espacio donde nadie juzga a nadie, donde no hay agresividad, sin una connotación terapéutica, donde hay conferencias, conciertos, inauguraciones, para motivarlos a que tiendan redes sociales.
Conocer la vida de artistas geniales como Van Gogh, Pollock, Bacon, y otros que padecieron algún trastorno mental o de personalidad y, a pesar de ello, trascendieron, puede favorecer el que ellos encuentren vías para expresar sus miedos y enfrentarlos.
Pues bien, mi propuesta es que, en forma gratuita, se establezcan programas gratuitos y continuos, similares al que el Dr. José Valadés C. impartió en su consultorio, y al del Museo de A Coruña, coordinados por personas con experiencia dentro de la psicología y el arte, para que muchas personas encuentren una manera de mejorar sus vidas mediante el arte.
¿Ustedes consideran que es viable se implanten programas así en México?