Todos sabemos que ante un estímulo físico, mental, emocional, espiritual, vamos a generar una respuesta. Esta respuesta va a pasar por el tamiz de la memoria de nuestro cerebro, que guarda todos los estímulos y respuestas vividos `or cada individuo.
Un ejemplo puede ser que al oler una sopa de fideo, te recuerde a la que te daba tu mama cuando eras niño, o la mordedura de un perro en el pasado te lleva a sentir miedo ante el ladrido de cualquier pero por pequeño que sea.
Conocer nuestras respuestas anteriores, sobre todo las relacionadas con experiencias dolorosas o amenazantes, puede ayudarnos a resolver emociones que no se procesaron cerraron en el pasado.
Veamos un ejemplo: tres personas, tres respuestas, un solo estímulo. La semana pasada, a las 4.30 de la madrugada, soplo un viento muy fuerte en la ciudad de México, que derribó árboles, anuncios, etc. Una señora me reportó que los vidrios de las ventanas de su casa hacían mucho ruido, por lo que se despertó sobresaltada porque el ruido era parecido al que un ladrón había hecho cuando quiso forzar la ventana para meterse a su casa. Corrió a prender la luz y, teléfono en mano, vigilar las ventanas. Vio cómo el viento doblaba las copas de los árboles frente a su casa y se tranquilizó.
Cuando lo comentó con una amiga, ella le dijo que, a la misma hora se había despertado porque las ventanas de su recámara que dan al estacionamiento del edificio vibraban muy fuerte, y que había escuchado algo caer estrepitosamente. Pensó que estaba temblando y le marcó a una vecina. Resultó que el viento había desprendido un anuncio que vino a caer sobre uno de los coches. Ella vivió un susto muy fuerte en el temblor de 1985.
Otra amiga comento que, a la misma hora, había escuchado un ruido continuo muy vibrante y repetitivo, por lo que pensó que había dejado la ventana del baño abierta y fue a cerrarla. No había ninguna ventana abierta, por lo que pensó que podía tratarse de algún animal que se había metido a la casa. Hacía algún tiempo, el gato de una vecina se metió por una ventana, y se quedó atrapado cuando ella cerró todas las ventanas y puertas para irse a dormir. El animal rascaba la puerta y la empujaba sin parar. Después de localizarlo y llamar a la vecina para que viniera por él, se tranquilizó. Al día siguiente la señora le mandó un arreglo floral y pidió disculpas otra vez. Cuando vio que no había ningún animal originando el ruido, se asomó por la ventana y vio cómo el viento azotaba todo a su paso.
Mismo estímulo, tres respuestas diferentes de acuerdo a las vivencias previas de cada una: robo, temblor, invasión de un animal ajeno.
Esto nos puede ayudar a comprender que cada persona va a reaccionar, de una u otra manera, de acuerdo a lo que haya grabado en su cerebro, lo que abre la puerta a una mejor comprensión de la conducta de los demás, y a la comunicación para conocer las razones por as cuales se porta de una manera diferente a la nuestra.
Ante el confinamiento, hemos visto muchas respuestas, algunas positivas y otras no. Antes de criticar o condenar a los que piensan, sienten y actúan en forma distinta a nosotros, vamos a encontrar las razones que originaron esas respuestas.