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Diciembre 5 del 2014

Renovación 340

Reflexionemos sobre si nos respetamos y nos cuidamos como merecemos.

Respetarnos es funcionar sin apegos.

Respetarnos es tomar en cuenta lo que pensamos y sentimos, para actuar en consecuencia.

Respetarnos es no hacer lo que los demás nos demandan si se opone a nuestro Proyecto de vida.

Cuidarnos es cubrir nuestras necesidades físicas, mentales, psicológicas, emocionales, espirituales, sociales.

Respetarnos es no empeñarnos con denuedo en cubrir las necesidades de los demás en deterioro de nuestra persona.

Cuidarnos es mimarnos y consentirnos en ocasiones, sobre todo después de una ardua labor o un esfuerzo considerable.

Nadie puede dar lo que no tiene.

Si yo no me respeto, no puedo respetar a los demás.

Podré acceder a sus deseos, aun cuando esté en desacuerdo a ellos, y más tarde o temprano, se los cobraré sembrando en ellos culpa o remordimiento, además de vivir con un resentimiento soterrado en mi interior, que pasará factura a través de alguna enfermedad.

Octubre 25 del 2014

Renovación 297

“Nadie puede dar lo que no tiene”

• Si no tenemos amor por nosotros mismos, no podremos amar a los demás, así sean nuestros hijos, padres, pareja, hermanos. Hay una frase muy famosa de San Agustín que dijo: “Ama y haz lo que quieras”, en la que está dicho todo.

Si nosotros sacrificamos nuestra esencia, dejamos a un lado nuestro proyecto de vida por hacer algo por nuestros hijos, en aras de que ellos son nuestra prioridad, estamos hipotecando nuestra vida y vamos a querer que nos paguen más adelante, les vamos a demandar que sigan con el cordón umbilical aunque tengan 70 años, sin dejarlos abrir sus alas y volar y hacer su propia vida, además de que estamos modelando un patrón que va a perpetuar la codependencia.

De igual manera, si dejamos de ser auténticos y hacemos lo que la pareja quiere que hagamos para que esté contento y nos acepte, no estamos viviendo en el amor.

• Si no nos respetamos a nosotros mismos, no podremos respetar a los demás.

Responsabilizarnos de nuestros sentimientos, pensamientos, acciones, y sus consecuencias, es básico para ser independientes en todos los sentidos: emocional, psicológica y físicamente.

Respetar lo que somos y aceptarnos es esencial para que los demás nos acepten y nos respeten.

Vamos a partir de esas dos premisas: amarnos y respetarnos, para poder irradiar, modelar, compartir nuestro amor y respeto hacia los demás.

Agosto 21 del 2014

Renovación 234

Durante años hemos controlado, o intentado controlar, todo: a los demás, lo que iba a suceder, lo que sentíamos, lo que deseábamos.

Vamos ahora a dejar que las cosas sucedan como van a suceder. Eso no quiere decir omitir nuestra parte en el diario devenir. Vamos a hacer lo que corresponde a cada momento y circunstancia presente, y vamos a hacerlo con amor y diligencia, sin obsesionarnos con la idea de que todo se tiene que hacer “a nuestra manera”, como nosotros queremos y esperamos, y en el tiempo y forma que determinamos.

Vamos a dejar de controlar a las personas. Todos los que nos rodean son seres humanos libres, independientes, autónomos. Aceptemoslos como son, con sus carencias y limitaciones sin quererlos cambiar, sin imponer nuestros deseos y creencias, sin luchar por controlar lo que hacen, piensan, sienten.

Esto es particularmente difícil con nuestros seres queridos cuando hemos estado en una relación de codependencia durante años.

Empecemos por respetarlos y darles su espacio.

Aceptemos que cada uno tiene un ritmo para crecer y madurar, y que es necesario respetar su tiempo para modificar hábitos tóxicos.

Vamos a darles todo el amor del mundo, envuelto en un papel de regalo lleno de estrellas en las cuales hay una palabra escrita en cada una: paciencia, tolerancia, comprensión, empatía, solidaridad, ternura, respeto, cariño, reconocimiento, escuchar, aceptación, confianza, seguridad, generosidad, constancia, perseverancia, etcétera. Y vamos a empezar por darnos todo ese amor a nosotros mismos.

Mayo 23 del 2014

Renovación 144

Conviene que revisemos si no estamos ejerciendo un control, abierto o velado, sobre quienes nos rodean, en especial si son dependientes económicos nuestros, como puede ser una esposa, hijos o padres ancianos.

Si con frecuencia les decimos:

• ¿Dónde estabas que te tardaste tanto?
• No he comido por esperarte.
• Llevo más de dos horas esperando.
• ¿Qué tanto tienes que hacer en la calle?
• ¿A la fuerza tienes que ir todos los días al mercado?
• ¿Por qué saliste tarde de la escuela? (15 minutos).
• Tomar un café con los amigos no toma más de dos horas.
• ¿Por qué tienes que ir todos los días a rezar al templo?
• Yo me ocupo de todo, ustedes espérenme en la casa.
• A tu edad más vale que te quedes en la casa.
• ¿En qué gastas todo el dinero que te doy?

Es probable que busquemos tener un control sobre ellos y sus actividades, lo cual es negativo, además de que genera rebeldía y malestar.

Nuestra pareja es un compañero (compañera) de vida con quien hemos diseñado un proyecto de pareja, con metas comunes, independientes de las personales, y los dos trabajamos a la par para alcanzarlas.

Nuestros padres nos dieron lo que pudieron en su momento, ahora nosotros podemos colaborar a que cumplan su proyecto de vida, con respeto y amor.

En muchos casos, nuestros hijos merecen ser tomados en cuenta antes de decidir por ellos, si ya tienen ”uso de razón”. Desde antes pudieron adquirir la autonomía sobre cómo vestirse, cumplir sus deberes, ser miembro activo de un trabajo en equipo familiar, qué prefieren leer, escuchar, practicar, aprender.

Vamos a revisar cómo estamos manejando nuestras relaciones con nuestros seres queridos y a respetarlos ante todo.

Mayo 16 del 2014

Renovación 137

Tomar decisiones puede ser un reto, o una amenaza, para algunos de nosotros, en ciertos momentos. Ello dependerá del grado de entrenamiento que hayamos recibido desde la infancia.

Hay niños a los que se les da la ropa con que van a vestirse todos los días. Ellos no pueden opinar o elegir, lo único que les queda es obedecer. Cuando llegan a la adolescencia y a la adultez, muchas vece se prueban tres o cuatro prendas antes de optar por una de ellas y, a pesar de ello, sienten que tal vez no van bien vestidos.

Un niño dominado se vuelve un esposo o esposa dominada, y va a buscar una pareja dominante que le diga qué hacer, cómo y cuándo, etcétera. Claro que van a sentir irritación en ocasiones y pueden volverse agresivos.

Recordemos: “Cada vez que hago algo por alguien que puede hacerlo por sí mismo, le estoy impidiendo crecer”

¿Para qué querrá una madre (padre) que no crezca su hijo? ¿Para sentirse indispensable, necesitada? ¿Para evitar que la “abandonen”? ¿Para sentirse poderosa? ¿Para justificar su existencia? ¿Por qué no tienen vida propia y viven a través de los hijos? Si yo saboteo el desarrollo de los que dependen económica y emocionalmente de mí, estoy creando codependencia.

Revisemos nuestra conducta y modifiquemos lo que sea necesario, tomando en cuenta que el otro (llámese hijo, pareja, padre) es un ser autónomo, independiente, que merece ser RESPETADO, apoyado, y a quien podemos modelarle conductas a seguir, no imponérselas.