Renovación 318
En ocasiones decimos que “nos pasan cosas malas” y tomamos la posición de víctima, instalándonos en un juego psicológico.
Por ejemplo, alguien dice que sufrió un divorcio doloroso o difícil. Un divorcio o separación significa que hubo tres muertes: la muerte de la relación, la de los sueños infantiles sobre el cuento de hadas que nos creamos de “y fueron felices para siempre”, y la del futuro esperado. Por ello, es necesario procesar el duelo ante esas muertes y modificar o diseñar un Proyecto de vida como solteros.
Las cosas no “nos pasan a nosotros”, SOMOS CO-CREADORES de lo que vivimos.
Aceptar esta responsabilidad es indispensable para salir del juego de “Pobrecita (o pobrecito) de mí”.
Nosotras escogimos (consciente o inconscientemente) a nuestra pareja, no fue el destino ni la casualidad.
Si estuvimos en una relación destructiva hasta que nos divorciamos, fue porque en alguna forma nosotros la propiciamos, permitimos y/o toleramos.
El divorcio es una oportunidad para renacer, para trazar un nuevo Proyecto de vida, no seguir con el Argumento de vida anterior, una oportunidad de volvernos auto-suficientes en muchos sentidos, de salir de la codependencia que nos retuvo en una relación sadomasoquista.
Hay quien se queja de que ha tenido problemas en el trabajo cuando hoy día está en un puesto importante, con prestigio y reconocimiento.
Si cambiamos la palabra problema por oportunidad, reto, desafío, área de oportunidad para crecer, para aprender, para superarnos, la bioquímica del cerebro cambia y podemos resolver situaciones complejas con mayor facilidad.
Esos “problemas” favorecieron que hoy esté en el puesto que ocupa. Fueron escollos en el camino que la obligaron a dar lo mejor de sí misma, a encontrar opciones distintas, a aprender a moderar su temperamento, practicar su asertividad, adquirir nuevas herramientas de negociación, etcétera.
TODO SUCEDE PARA ALGO Y TODO PUEDE SERVIRNOS.
No lo digo yo, lo dice Anthony Robin en su libro “Poder sin límite”, el mejor compendio de PNL escrito en lenguaje accesible, casi coloquial, y que podemos bajar en forma gratuita en internet.
Si nos quejamos de que algún familiar o amigo está distanciado y estamos conscientes que no propiciamos esta separación, es necesario reconocer que cada persona tiene un ritmo de crecimiento y que no van a madurar cuando nosotros lo deseemos.
Por ahí dicen: “Darle tiempo al tiempo”.
Tal vez nosotros maduramos antes, o en distinta forma que ellos, nuestro punto de partida fue otro, así como nuestra historia personal.
Lo que sí podemos hacer, de vez en cuando, es una oración por ellos, deseando que la luz llegue a sus mentes y la paz a su alma.
Cambiemos la posición de víctimas y asumamos que:
¡Somos responsables de lo que pensamos, sentimos y hacemos, o dejamos de hacer, con lo que sucede a nuestro alrededor y nos afecta en forma directa o indirecta!
¡Cuando no podemos cambiar los acontecimientos, sí podemos modificar la forma de reaccionar ante ellos!