Renovación 319
Estamos donde nuestra mente está”.
Muchas veces nos hemos encontrado un hecho intempestivo mientras estamos realizando una labor más o menos rutinaria, por ejemplo, mientras guisamos, escribimos en la computadora, compramos en el supermercado las provisiones de la semana, o vamos manejando el auto.
Traemos en la cabeza muchos asuntos pendientes, o en el corazón muchas congojas, y ahí están zumbando como moscardones día y noche, sin descanso.
De pronto, nos encontramos que en lugar de conducir el auto a la escuela de los niños, nos encontramos camino a casa, o ha sonado repetidas veces el teléfono y no lo hemos escuchado, nos hemos cortado al picar las verduras a pesar de ser expertas en la labor, o traemos un calcetín de un color distinto al otro, etc.
En estos casos, no importa dónde nos encontramos físicamente, nuestra mente está en otro lado diferente y, como no tenemos el don de la ubicuidad, lo más probable es que terminemos con un accidente porque no estamos capacitados para esa ubicación dual. Nuestra concentración es muy baja.
Un reto a la vez.
Encaremos los retos y los desafíos, uno primero y, cuando lo hayamos resuelto, atendamos otro.
Tener muchos frente de lucha abiertos al mismo tiempo, facilita que cometamos errores en alguno de ellos y el que nuestra energía disminuya, además de que puede presentarse la contingencia de que nos rebase las necesidad de atenderlos en forma simultánea.
Así que mantengamos mente y cuerpo en el aquí y ahora, en el momento presente. El pasado ya pasó y no podemos cambiarlo.
Estar “rumiando” lo acontecido sólo nos agotará emocionalmente.
Lo que sí está en nuestra manos es el futuro que construimos hoy, mediante nuestro Proyecto de vida personal.
Conviene fijar un tiempo breve para aislarnos a pensar, analizar, calcular, razonar, medir acciones y sus consecuencias, encontrar opciones para mejorar, y para solucionar conflictos o situaciones delicadas.
“Los accidentes no nacen, se hacen”. Vamos a evitarlos.