Vamos a hablar del MIEDO, una de las tres emociones displacenteras (no hay emociones negativas o positivas, son placenteras o displacenteras), y recordar que es una emoción que viene desde hace muchos siglos ya que sirve para buscar la sobrevivencia ante un peligro o amenaza.
Cuando percibimos una amenaza o un peligro, sea real o no, nuestro cuerpo se prepara para dos soluciones rápidas y efectivas: la lucha o la huida. En ellas está implicado el sistema nervioso autónomo, responsable de las funciones orgánicas de nuestro cuerpo que se producen de forma involuntaria, como el latir del corazón o la respiración. Este se divide en dos: sistema nervioso simpático, que nos dispone para la acción, y parasimpático, que regula las actividades de nuestro cuerpo en reposo.
Frente al estímulo amenazante el sistema simpático produce una respuesta hormonal, generando mayor cantidad de adrenalina y de cortisol. La primera aumenta la frecuencia cardiaca, dilata las pupilas y los bronquios, y nos pone a sudar. La segunda hormona incrementa el nivel del azúcar en sangre y suprime la actividad del sistema inmunológico.
Esto ocurre de manera temporal, ya que el sistema nervioso parasimpático se encarga a su vez de ponerlo “todo en orden”, pero es fácil imaginar que cuando se repite todo este proceso con demasiada frecuencia o de forma continuada, puede tener consecuencias perjudiciales para nuestra salud.
Todos, en mayor o menor medida estamos sometidos a sufrir estrés ante la amenaza del coronavirus. Los síntomas de este estrés pueden afectar nuestra salud, sin que nos demos cuenta. Podemos empezar a pensar que nos contagiamos y por eso tenemos un dolor de cabeza irritante, padecemos insomnio, trastornos estomacales, etc. Conviene distinguir los síntomas que se presentan cuando se ha dado el contagio, de los del estrés. Al eliminar el estrés, o manejarlo de una forma asertiva, impediremos que bajen nuestras defensas naturales.
Es un hecho que los síntomas de estrés pueden afectar nuestro cuerpo, pensamientos y sentimientos, y comportamiento.
Efectos del estrés:
En tu cuerpo | En tu estado de ánimo | En tu comportamiento |
Dolor de cabeza | ansiedad | Consumo de comida en exceso o por debajo de lo normal |
Tensión o dolor muscular | Inquietud | Arrebatos de ira |
Dolor en el pecho | Falta de motivación o enfoque | Drogadicción o alcoholismo |
Fatiga | Sentirse abrumado | Consumo de tabaco |
Cambio en el deseo sexual | Irritabilidad o enojo | Aislamiento social |
Malestar estomacal | Tristeza o depresión | Práctica de ejercicio con menos frecuencia |
Problemas de sueño |
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Conviene ponernos en movimiento para manejar el estrés:
Hacer actividad física con regularidad
- Practicar técnicas de relajación, tales como respiración profunda, meditación, yoga, taichi o masajes
- Mantener el sentido del humor
- Pasar tiempo de calidad con la familia y los amigos
- Emplear el tiempo en pasatiempos, leer un libro, escuchar música, escribir, tejer, pintar, dibujar, entre otras.
Este es el abordaje del manejo del estrés mediante ciertas conductas o actividades físicas y sociales. Vamos a ver en el siguiente post cómo manejarlo aplicando la Inteligencia Emocional y la Tanatología.