La muerte es nuestra compañera desde que nacemos y, a pesar de ello, pretendemos ignorarla, temerla, evitar hablar de ella, hasta que golpea nuestra puerta y nos sacude al llevarse a uno de nuestros seres queridos.
Vivir el duelo es indispensable para reubicar la presencia de la persona ausente en la narrativa de nuestra vida, y qué mejor manera de hacerlo que extrayendo de su paso por este mundo, su mensaje o legado que nos permita reflexionar y aprender a ser mejores en todos los aspectos.
Se murió uno de mis hermanos menores, Hilario López Garachana. No respetó la fila cronológica, ya que me tocaba a mí primero. Esto me ha sacudido y conmovido, y me ha dado la oportunidad de re-valorar muchas cosas.
Mi hermano Hilario fue siempre un estudiante dispuesto a aprender de las universidades y de la vida, y se gradúo con honores en esa labor. Identificó desde joven su vocación: el Magisterio, y lo ejerció hasta su muerte con devoción y entrega total.
Su generosidad y bonhomía dejaron huella en todos los que los conocieron. Me consta haber presenciado cómo ayudó a muchas personas que no tenían estudios formales a superarse en todos sentidos, regalándoles su tiempo, esfuerzo, dedicación, conocimientos y experiencia, sin recibir nada a cambio. Inclusive hubo quienes abusaron de su generosidad y desprendimiento por ser trepadores sociales, a los que él insistía en que merecían recibir la oportunidad de superarse.
Su muerte me ha hecho reflexionar sobre el hecho de que los últimos tiempos, he galopado en el caballo del Quijote. Eso es conmovedor en un musical y nada realista en la vida actual.
Yo también descubrí desde los 18 años mi vocación: el Magisterio, y lo he ejercido con honestidad, integridad y entrega total desde entonces, ya sea en un aula escolar o en cursos de capacitación empresarial, educativa, deportiva. Además, ccn la intención de compartir lo poco que sé con más personas, he escrito 4 libros de auto-ayuda.
Ver crecer y florecer a los demás es un placer que no tiene precio y, tal vez por ello, algunas personas pretenden abusar de mi generosidad y desprendimiento, por lo que decidí dejar atrás al Quijote, y ser congruente y asertiva en todas mis actividades.
Voy a depurar mi legado, poco o mucho, para que le sirva a alguien.
Voy a regalar muchas cosas después de decidir con mi Adulto y mi intuición a quién le pueden ser útiles.
Voy a valorar más la amistad, el cariño, el apoyo incondicional de tantos seres de luz que han enriquecido mi vida, y a corresponder dando lo mejor de mí misma. He tenido grandes Maestros, imposible mencionar a todos, recordaré al último que murió: José Valadés, quien compartió conmigo sus conocimientos, amistad y cariño en forma generosa siempre.
Voy a ser asertiva, congruente y pragmática, al regalar mi tiempo, mi trabajo, mi energía, a quienes lo necesitan, y evitaré a los trepadores sociales que se crucen en mi camino. Pata ellos una oración para que encuentren el suyo.
Cuando estamos en la recta final de la vida, y es más el tiempo transcurrido que lo que nos queda por vivir, vale la pena reflexionar y vivir en forma congruente con nuestros ideales, creencias, valores y principios, dispuestos a dejar un legado para que nuestro tránsito terrenal no haya sido solo biológico.
Agradezco el cariño incondicional de mis hijos y familiares, y de algunos pocos amigos leales a través de los años. Agradezco a la vida la oportunidad de aprender de todo, y en todo momento. Agradezco a Dios, al Universo, a la Vida, es ser y estar aquí hoy en día.