¡Estrenamos año!
Finalmente, después de un agitado diciembre, estamos empezando un nuevo año en nuestro camino hacia la meta final: la muerte. A muchas personas no les gusta pensar que ESA es la meta final de sus vidas, y malgastan su tiempo en evadir la certeza de que nuestra vida se acabará, en esta dimensión, en algún determinado momento.
Tomemos conciencia de lo valioso que es nuestro tiempo. El minuto que pasó ya no lo podemos volver a vivir. ¿Convendrá acaso planear cómo aprovechar todo lo que vivimos, doloroso o agradable, para crecer y evolucionar como seres humanos privilegiados? Yo creo que sí. Piénselo ustedes.
No podemos evitar el dolor que sentimos por la muerte de un ser querido, o por alguna pérdida significativa, que nos sume en un estado alterado de conciencia momentáneamente, y si podemos encontrar el sentido de ese dolor, la enseñanza que nos puede dejar si asimilamos la experiencia con ánimo de aprender. La muerte de ese ser querido tiene un significado, un mensaje, un legado. Tomemos la estafeta y permitamos que su espíritu forme parte de una nueva narrativa en nuestra vida.
Para todos los que no festejaron diciembre y vivieron durante este mes experiencias y pérdidas dolorosas, un abrazo solidario. Que Dios traiga paz a su corazón y luz a su mente.
Los demás que estamos vivos y gozamos del privilegio de tener una mente que puede funcionar de una manera productiva y sana, es el momento de echarla andar para dos cosas:
- Dar gracias por todo lo que SÍ tenemos: techo, comida, un cuerpo completo, una mente que funciona, familia, amigos, patria, etc.
- Revisar, actualizar y/o diseñar nuestro Proyecto de Vida personal.
Dejar pasar los días como las cuentas de un rosario, al mismo tiempo que hacemos una lista de buenos propósitos igual a la de años anteriores, es no vivir, es vegetar.