Los que habitamos en la ciudad de México somos mutantes. Nos han convertido en una nueva especie sobreviviente a toda clase de parásitos y bichos: amebas, salmonela, etc., así como a poder respirar «basura» (por no decir la palabra exacta que todos tenemos en mente), sin morir en el intento.
Acabamos de pasar una contingencia ambiental. Ya por necesidad somos escépticos y creemos de la Misa la mitad, así que cuando las autoridades dicen Fase uno, nosotros pensamos: Fase 2 ó 3.
Para enfrentarla sacan de circulación los coches de medio mundo en una ciudad en la que el transporte público es un desastre: ESCASO, MALO y PELIGROSO. En el Metro dicen que al subir te dicen: «Pase señorita», y cuando te bajas: «Pase usted, señora». Conozco a una empleada doméstica que viene a trabajar desde Cuatitlán, a la que, al menos una vez por semana, asaltan en el autobús en que viaja. Se suben unos rufianes pistola en mano y dicen: «*%&*. celulares y dinero rapidito» y no queda de otra, si no quieres recibir un cachazo o un disparo, que darles lo que traigas. Hasta cuándo habrá un servicio de transporte públco DIGNO Y SEGURO?
Pasa la contingencia y todo sigue igual. ¿Será que los autos son la única fuente de contaminación? ¿¿Por qué no se acaba con la mafia de la basura y reciclamos todo? Todo menos a los políticos porque ellos se reciclan solos: de una dependencia a otra, de un Estado a otro, de una oficina o otra, de un Partido político a otro, aunque no tengan carrera diplomática, conocimientos de agricultura, medio ambiente o educación, lo importante es no quedar fuera del preuspuesto o «salirse de la foto»
Cuando digo mafia de la basura, hablo de lo siguiente. Hace tiempo nos pidieron que sepáraramos la basura orgánica e inorgánica. Yo ya solía hacerlo, además de lavar y separar botellas de vidrio y latas, envases de tetrapak, papel, y lo entregaba todo separado. Un día que me tocó a mi llevar la basura inórganica al camión recogedor de basura, ví con horror que el encargado aventó todo lo que yo había separado al contenedor. Inmediatamente le hice ver que venía todo separado y en orden, a lo que me contestó de mala manera: «¿Qué quiere usted, quitarme mi trabajo? Si todos separan su basura, nosotros ya no haremos la pepena. Así está la cosa. ¿Dónde quedó la bolita?
Hacen falta zonas arboladas en la ciudad. ¡Ajá! La Semarnat, con su múltiples dependencias, filialews, comisiones, etc., se ha adueñado de los Viveros de Coyoacán, y cada día surge un nuevo edificio, después de tirar unos cuantos árboles, para alojar centros de burrocracia que van a lograr que no agredamos el medio ambiente. ¡AJÄ!. ¿Qué no hay cientos de terrenos donde puedan estar sin lastimar lo que se considera un pulmón de la ciudad?
Por otro lado, no existe una cultura ecológica. Nos resistimos a utilizar papel higiénico, detergentes, papel para escribir y muchos otros artículos biodegradables y/o reciclados. Seguimos utilizando para todo el unicel, el plástico y otros materiales que van a afectar al medio ambiente. La forma de pensar es que ése será el problema de los que vienen, no de nosotros.
Los invito a concientizarse. Hagamos algo nosotros, las autoridades están muy ocupadas.