Voy a narrar una historia que me contaron sobre un país que no existe.
Este país, bendecido con una naturaleza prodigiosa tenía todo: bosques, ríos, llanos, montañas, volcanes y muchísimos litorales de océanos y mares diferentes, fue explotado en una forma arbitraria y opuesta a lo que conviene para que los bienes naturales sean perdurables.
Dictadores mediocres y ambiciosos concentraron el poder en algunas ciudades, y se dedicaron a crear cédulas de poder, esto es, sindicatos que aseguraran su permanencia como gobernantes. Estos sindicatos, que no hacían nada más que ir a mítines de apoyo o de protesta, según lo indicara el mandamás, tenían que ser numerosos y tener prebendas también.
Para mantener a la población tranquila crearon una enorme e ineficaz infraestructura burocrática para que muchos tuvieran un empleo, a la que manejaban a su antojo.
La agricultura se volvió un desastre. Vivir del campo era casi imposible, por lo que los campesinos empezaron a migrar de contrabando a los reinos cercanos, donde trabajaban en lo que fuera con tal de poder mandar algún dinero a los suyos. Estas remesas se volvieron el ingreso más fuerte para los dictadores, a quienes no convenía que la situacion del campo mejorara.
Los bosques fueron talados y explotados sin orden ni conciencia ecológica, los ríos y mares contaminados, las ciudades se volvieron hormigueros incontrolables donde la ley del más fuerte prevalecía.
Los dictadores se dieron cuenta de que, a través de su territorio, muchas personas se dedicaban a llevar productos nocivos a los reinos adjuntos, y empezaron a intervenir en esa actividad, mediante tratos y acuerdos millonarios por no saber, no ver, no hablar.
El petróleo era una de las riquezas del subsuelo que tenían, no la única, había muchos minerales valiosos también. Se dedicaron a explotarlo arbitrariamente, y a que su manejo fuera mediante líderes sindicales corruptos, seguros de que siempre iban a tener mercado porque los demás países necesitaban este producto. Los ingresos por este concepto se volvieron la segunda entrada de dinero para los dictadores. Los reinos vecinos no lo pensaron dos veces y empezaron a explotar en sus tierras el petróleo, hasta que dejaron de comprarle al que tenía el monopolio, lo cual fue un desastre para los dictadores.
La geografía del país imaginario era generosa en lugares bellos, por lo que promover las visitas de los otros reinos era una posibilidad de ingresos muy grande, y ésta actividad llegó a ser la tercera entrada para los dictadores. Claro que no cuidar la infraestructura turística tuvo un precio, así como el que la seguridad para los visitantes fuera nula.
El cuerno de la abundancia se secó. Cada día los dictadores robaban más, nadie compraba su petróleo ni quería ir a visitar el país, los reinos colindantes construyeron murallas y fosos para dificultar que se “colaran” los campesinos, la delincuencia hacía de las suyas a toda hora.
¿Podrá ir un Hada Madrina a salvar este país con su varita mágica? ¿Habrá algún mago que desaparezca lo malo y magnifique lo bueno con un “Abracadabra”? ¿Los habitantes seguirán ignorantes, atemorizados, irresponsables, en su postura de: “Yo no sé”, “A mí no me toca”, esperando un milagro celestial?
¿Ustedes qué piensan?