LOS CUENTOS DE HADAS

Los cuentos de hadas que escuchamos en la niñez, se quedan grabados para siempre en nuestra memoria. Una muestra de ello se ve en la serie televisiva titulada “Once upon a time”, (“Erase una vez”), con mezcla de personajes ficticios y personas que viven en la actualidad.

Los niños piden, una y otra vez, que se les lea el mismo cuento, y si los padres les leen otro, al acabar piden oír su relato preferido. Esa necesidad de repetición es para reiterar que las cosas no cambian, que son siempre las mismas con el mismo final.
Desde el punto de vista psicológico, los cuentos de hadas, así como las caricaturas de Walt Disney, contienen muchos elementos no recomendables para alimentar la mente de un niño.

¿Qué podemos hacer? Existen varias opciones:
• Hay muchas biografías de personajes que han trascendido en la música, en la ciencia, en el deporte, escritas e ilustradas para niños.

• Algunos cuentos no hablan de madrastas y cazadores asesinos, ni niños abandonados en el bosque, sino que narran alguna aventura donde lo que prevalece es el descubrimiento de algo asombroso.

• Podemos buscar algunos personajes que resuelven una situación y/o ganan un premio. Por ejemplo: A uno de mis nietos le inventé una anécdota sobre los papás de Mozart cuando lo escucharon tocar por primera vez el piano. Por supuesto que precisé que fue un niño prodigio que a los cinco años no sólo tocaba el piano, sino que ya había compuesto varias obras musicales. Hice lo mismo respecto a Chopin, Beethoven, Edison, Arquímedes, Cristobal Colón, Hernán Cortés, entre otros muchos, y al final comentabamos juntos qué podíamos aprender de sus vidas.

Busque ilustraciones de algunos de ellos como niños y recabé información que llamara la atención de mi nieto, y formé un pequeño álbum digital que imprimí para que después él lo leyera. Por ejemplo le daba mucha risa que Arquímedes hubiera salido corriendo desnudo de la bañera, gritando “Eureka” cuando descubrió el efecto de la barra de jabón que cayó en el agua, ya que encontré una caricatura muy simpática sobre ese momento.
La mente de un niño es un libro en blanco que se empieza a escribir desde antes de nacer. Después, cuando es un bebé, imaginen que cada poro tiene una cámara que graba todo, sonido, imagen en tercera dimensión, sensaciones, olores, etc., y que TODO, TODO, queda registrado en la prodigiosa computadora que tiene en su cerebro.

Cuidemos con qué alimentamos ese cerebro: ¿Mediante la Nana electrónica (la televisión), con imágenes e información de todo tipo? ¿Los juegos que vienen en aparatos de comunicación que le dejamos manejar indiscriminadamente?

Lo que sembremos, será lo que él cosechará. Si queremos que sea feliz, cuidemos su mente hoy.

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