Renovación 332
Es lógico que deseemos correr a toda prisa hacia nuestras metas, cuando nos percatamos que hemos estado mucho tiempo dormidos, en el autoengaño, en la co-dependencia.
Es un impulso entendible que digamos que vamos a recuperar el tiempo perdido, y que vamos a lograr lo que no hemos hecho en 30, 40, 50 años en muy poco tiempo.
En el caso de que nos despertemos por la mañana un poco tarde y pretendamos ir a hacer jogging sin vestirnos de acuerdo al clima del día, sin haber ido al baño a eliminar los sobrantes de nuestro organismo, sin aclarar nuestra mente y ubicarnos en el aquí y ahora, sin llevar a cabo algunos ejercicios de calentamiento muscular, lo más probable es que consigamos, cuando menos, una contractura muscular, un enfriamiento, un malestar general. Además de que no vamos a “recuperar el tiempo” que pasamos dormidos.
Dicen por ahí que “más vale paso que dure y no trote que canse”, lo que nos lleva a reconocer que si nos ponemos a correr a toda velocidad, sin sentido, sin planear lo que vamos a hacer, es probable que nos cansemos y abandonemos la carrera a mitad del camino.
¿Recuperar el tiempo perdido? Será perdido si así lo deseamos. Todo lo que pasó, pasó PARA ALGO, y hay una lección ahí para ser aprendida y seguir avanzando.
No seríamos lo que somos hoy sin ese pasado.
Tal vez fue el tiempo que necesitábamos como orugas para terminar nuestra metamorfosis. ¿Corto o largo? ¿Para quién? ¿Según quién?
Aprendamos del pasado, demos las gracias a todas las personas que participaron en él de una u otra forma, aun cuando hayamos sufrido por su presencia, y dejémoslo ir.
No fue tiempo perdido. Fue el tiempo justo que nosotros necesitábamos para despertar y asimilar lo vivido.