Renovación 322
Si alguien, o varias personas, nos dicen algo sobre nosotros que no identificamos ni reconocemos, vale la pena hacer un ejercicio de insight, para descubrir si estamos en el autoengaño.
Si es una sola persona, podríamos jugar a la teoría del espejo y decir que ella está proyectando algo suyo en nosotros.
Si son varias, es difícil que sirvamos de espejo sobre una determinada actitud o posición para muchas personas al mismo tiempo.
En ambos casos no estorba tomarnos unos minutos y entrar en nuestro interior y encontrar si hay algo de verdad en lo que nos dicen. Puede ser que el inconsciente se esté comunicando a través de nuestro lenguaje corporal sin que lo hayamos detectado.
Si no encontramos nada, respiremos tranquilos y a otra cosa.
Replicar, atacar, agredir, intentar demostrar que nosotros no somos de tal o cual manera, que no nos comportamos como nos comentan, y meternos en largas explicaciones para probar que somos lo opuesto, que lo que pasa es que esas personas están actuando así por un complejo de inferioridad, es aceptar que nos duele lo que nos dicen. ¿Por qué?
Si una persona nos da retroalimentación en forma honesta, es conveniente escucharla, analizar lo que dice, tomar lo positivo del mensaje, desechar lo que no va con nosotros, aprender de la experiencia y reflexionar en silencio, sin dar respuestas, si acaso, las gracias. En el momento en que empezamos a racionalizar, nos ponemos a la defensiva, buscamos los defectos de nuestro interlocutor, estamos anulando el beneficio de una información que podría sernos útil.
Para saber si esa persona es honesta, conviene evaluar su forma de relacionarse con nosotros. ¿Busca un beneficio? ¿Quiere lastimarnos porque sí? ¿Necesita “ponernos la bota encima” para sentirse superior? Si ese es el caso, no perdamos tiempo, hagamos una oración para que la paz llegue a su alma y la luz a su cerebro.
Una parte importante para dejar de ser co-dependientes es dejar de buscar el reconocimiento de los demás.
Mientras nos enojemos por lo que dicen de nosotros, nos tengamos que justificar o dar explicaciones por lo que pensamos, sentimos o hacemos, estamos viviendo para los demás, no de acuerdo a un proyecto de vida personal asertivo y productivo que nos lleve a la trascendencia.