Renovación 307
La duda se presenta en ocasiones y nos asalta sobre todo cuando vamos a tomar una decisión importante.
Es necesario evaluar todas las opciones que tenemos sobre la situación que estamos abordando. Digo opciones porque son muchas y diversas.
Cuando es una alternativa, se trata de A, o en su caso B, no más. Por ejemplo, terminar una relación destructiva donde hay violencia física, verbal, psicológica, sexual, o quedarnos en una relación sado-masoquista que va a terminar en el hospital, con los hijos (a los que queremos “salvar” de un divorcio) dañados emocionalmente.
Ya sea que tengamos sólo una alternativa o muchas opciones, conviene escribir todo lo positivo y lo negativo que nuestra acción va a generar, tomando en cuenta el impacto a corto, mediano y largo plazo, para cada una de ellas. Tendremos así, a la vista, las ventajas o desventajas que podremos obtener.
El único recurso propio es el humano, el esfuerzo, tiempo y energía que vamos a emplear en la tarea que pensamos abordar.
Si no estamos en una situación que amenace nuestra sobrevivencia, es conveniente tomar en cuenta las condiciones físicas, mentales, emocionales en que nos encontramos en este momento, para evaluar la inversión personal que vamos a realizar para el logro de lo que queremos hacer.
Es como si alguien nunca ha practicado correr como deporte y decide de pronto ir a correr la maratón de Nueva York. No tendrá éxito a menos que tenga un entrenamiento progresivo, que incluya acondicionamiento muscular, alimentación especial, práctica programada, etcétera. O si nunca ha subido al Everest, al Popocatepetl, o a cualquier montaña alta.
Prepararse es esencial.
Vamos a abrir el horizonte de nuestras posibilidades a muchas opciones.
Vamos a evaluar todas las opciones.
Vamos a tomar decisiones.