Renovación 297
Nuestra mente nos suele jugar bromas pesadas, por ejemplo, cuando no estamos de acuerdo con lo que nos piden que hagamos en el trabajo, y nos oponemos al tiempo que brindamos muchos argumentos para sustentar el negarnos a hacer lo que nos indican.
Vamos a analizar:
• Lo que nos están solicitando no es de nuestra incumbencia, y no nos afecta en lo económico, moral, profesional.
• El jefe tiene razones que desconocemos para querer que se haga tal o cual acción dentro de la ley, la moralidad, etc.
• Nosotros vemos un impacto no favorable a largo plazo para quienes van a ser beneficiados de momento.
• El jefe ya ha reconocido estar al tanto de ese impacto y, de cualquier manera, quiere que se haga X cosa.
• Nuestra intención puede ser sustentable desde el punto de vista lógico, y nuestros argumentos realistas y válidos.
• No podemos cambiar el punto de vista de los demás si ellos no quieren cambiarlo.
• Somos subalternos, no tenemos voz ni voto en lo que ordena el jefe. Él o ella sabrán sus razones o motivos, y esos no tienen por qué afectarnos.
“A la única persona que podemos cambiar, es a nosotros mismos”.
Es indispensable que aprendamos a:
• Respetar a los demás,
• Respetar su punto de vista
• Respetar su derecho a equivocarse, si ello no nos compromete.
• Respetar las razones, desconocidas por nosotros, que generan sus decisiones.
• Respetar el derecho de los mayores a tomar decisiones sobre su vida, posesiones, acciones.
• Respetar las instrucciones de nuestros superiores sin objetarlas (cuando no nos afecten)
• COMPRENDER a las personas que piensan, sienten y actúan en una forma diferente a la nuestra. Ellos son producto de su historia personal. Nosotros no somos nadie para pedirles que cambien su manera de pensar, de sentir y de actuar.
Aceptar que hay otros enfoques, puntos de vista, criterios, diferentes al nuestro y respetarlos, es básico para la convivencia laboral, familiar y social.