Agosto 26 del 2014

Renovación 239

Cuando vivimos pérdidas es necesario procesar un duelo.

Manejar y procesar todos los sentimientos y emociones que trae consigo la pérdida, sea la muerte de alguien querido, la salud, una parte de nuestro organismo, nuestro empleo, posición económica, etcétera, lleva un tiempo y requiere constancia.

Conforme vayamos cerrando círculos respecto a nuestra relación con el objeto de la pérdida, vamos a ir recuperando el paso ligero y comprometido hacia nuestras metas y objetivos en la vida.

Cuando ya podamos hablar sin sollozar, sin que se nos haga un nudo en la garganta, sin sentir dolor, rabia, miedo, o algún sentimiento negativo generado por el recuerdo de lo que se ha ido, sabremos que ya hemos elaborado el duelo.

Cuando lo que hemos perdido pase a forma parte de nuestra narrativa, y hayamos aprendido la lección que su presencia trajo a nuestra vida, podremos volver a recuperar la alegría de vivir a plenitud.

Hay un momento para cada acción, para cada emoción, para cada sentimiento. Vivamos los que están en nuestra vida hoy.

Dejemos el pasado atrás, cuando nos haya dado la plataforma para el hoy que queremos vivir.

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