Junio 4 del 2014

Renovación 156

Cuando hemos convivido e involucrado con una persona adicta, una de las consecuencias es que podemos sentir cierta aprehensión respecto a las sustancias que consumía esa persona.

Por ejemplo, una persona cuyo nuestro padre era alcohólico y nunca se trató, por lo que la vida en casa fue muy difícil, se casó con un alcohólico y duró muchos años en una relación tóxica, cuando veía a uno de sus hijos tomar una copa de vino (no importaba si era durante la comida y era solo una), se alteraba mucho. La reacción era excesiva, por lo que ella manejó su relación con el alcohol, al que culpaba de todos sus males.

Ya sabemos que prohibir, esconder, controlar, la sustancia adictiva, no es la solución.

Es necesario que el adicto se responsabilice de sí mismo, y nosotros de nuestros problemas.

Podemos darle el apoyo que sea conveniente, en el momento conveniente, cuando hayamos resuelto los lazos de la codependencia.

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