Abril 12 del 2014

Vale la pena revisar qué tanto hemos querido controlar, o estamos controlando, las vidas de otros, ya sea nuestra pareja, nuestros hijos, familia, amistades.
Si con frecuencia criticamos lo que ellos hacen. Si nos parece que no están haciendo las cosas “bien”, o “como debiera ser”. Si pensamos que pierden el tiempo en tonterías porque no hacen lo que nosotros queremos que hagan. Si creeemos que por ser niños, jóvenes, o más inexpertos que nosotros, son inútiles y es necesario repetirles una y mil veces lo que “deben hacer”, estamos en una relación de codependencia.

No queremos dejarlos crecer. No los respetamos como seres humanos. Les imponemos nuestros puntos de vista, nuestro criterio, nuestros gustos e ideas.

Nuestros hijos son una oportunidad maravillosa que nos da la vida para ser facilitadores de su formación integral. Ellos son ellos y son los dueños de su vida. Podemos modelarles el camino de la superación, mas no podemos obligarlos a seguir nuestros pasos “porque es lo correcto o lo mejor para ellos”.

¿Desde cuándo somos los dueños de la verdad absoluta? ¿Desde cuándo nuestra verdad es la única verdad? Seamos humildes y aceptemos que cada cabeza es un mundo y todas las ideas son valiosas para quien las genera.

Si se trata de nuestra pareja, revisemos qué tanto la criticamos, descalificamos, ignoramos, agredimos (ya sea en forma abierta o en forma pasiva), qué tanto sentimos rencor o enojo hacia ella o él porque su forma de comportarse no es la que nosotros esperamos. Si estamos haciendo esto, en la relación no hay respeto, aceptación, amor, consideración.

«Vamos a empezar por respetar al otro. Cada quien tiene un ritmo para crecer, para aprender, para caminar por el sendero de la superación».

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s