Renovación 93
La tristeza puede ser como una bruma que nos impide ver el sol y recibir sus benéficos rayos, y puede ser, en ocasiones, una losa que no deja entrar a nuestro corazón ninguna alegría, gozo, placer, sensación de bienestar.
Todos, en algún momento de nuestra infancia o años atrás, hemos vivido episodios que nos causaron mucho dolor y tristeza. Es posible que, cuando eso sucedía, no tuvieramos permiso interno (externo) de mostrar lo que sentíamos, y lo ocultábamos diciendo: No es para tanto, ya pasará, las cosas van a cambiar, tal vez si yo me porto mejor él (ella) no…. Él o ella podían ser nuestros padres, nuestra pareja, o la persona con la cual manteníamos una relación de codependencia.
Ese dolor y esa tristeza fueron reprimidos, mas no desaparecieron, quedaron en nuestra mente esperando poder salir algún día y, en muchas ocasiones, lo hacen en una forma abrupta, fuera de lugar y tiempo, en una dimensión que excede la vivencia actual.
Dejemos ir esa tristeza, lloremos, sequemos las lágrimas, y resolvamos asuntos pendientes. Si lo que necesitábamos en aquel entonces era aprobación, aceptación, confianza, amor y no los recibimos, en estos momentos tenemos la capacidad de auto-reparentalizarnos y llenar los huecos que venimos cargando hace tanto tiempo.
Poco a poco, vamos a dejar salir nuestra tristeza y el dolor que la rodea, buscando ayuda si es necesario, asimilando cada situación, extrayendo el aprendizaje implícito en ella, y vamos a seguir sin esa carga del pasado para tener un mejor presente, y un futuro pleno de la satisfacción de ser autónomos, libres, interdependientes con personas sanas y felices.
“Dejemos ir la tristeza del pasado para vivir un mejor presente y construir un futuro feliz”
Nota: Libro sobre reparentalización: ¡Libre! de Muriel James, Editorial Fondo Educativo Interamericano.