Febrero 17 del 2014

Renovación 48

Hemos descansado, nos sentimos bien, y vamos a emprender una acción específica en nuestro camino de renovación: dejar de aferrarnos a algo o a alguien.

Digo algo en general porque solemos aferrarnos a las personas, a los objetos: alhajas, muebles, pinturas, ropa, libros, al dinero, a los recuerdos del pasado, en fin, pueden existir muchas situaciones en que no podemos soltar el vínculo exagerado que sentimos por alguna persona u objeto.

Si yo me aferro a una o varias personas, mis padres, mi pareja, mis hijos, y centro en ellos la razón de mi vida, por lo que digo que sin ellos no vale la pena vivir, estoy en una posición errónea, ya que dependo de ellos para que mi vida tenga sentido.

Los padres nos educaron, nos formaron, nos criaron, y nos dieron lo mejor que pudieron de acuerdo a su historia personal. El cariño filial puede existir siempre, la diferencia es no aferrarse (agarrarse) de ellos, ya que ellos tienen su vida y es conveniente que la vivan de acuerdo a la etapa en que se encuentran.

Considero que la meta de unos padres que amen y se interesen por sus hijos, es favorecer una formación dirigida a que sean autónomos, independientes, libres, a que se realicen en todos sus roles de vida y trasciendan.

Por supuesto que hay padres que “hipotecan” sus vidas con los hijos para chantajearlos emocionalmente más tarde y “cobrar” el tiempo, esfuerzo, y dinero, que les dieron cuando dependían de ellos, lo cual no es sano.

Así que vamos a ver si yo sigo aferrada a un rol de hijo(a) dependiente emocionalmente de los que me criaron.

Vale la pena ver si nos estamos aferrando a una pareja que nunca ha sido nuestra pareja, si no alguien que cumple el rol de marido (esposa) ante la sociedad, aunque sintamos un vacío emocional enorme a su lado.

Revisemos si nos aferramos a los hijos para tener una ocupación que nos impida entrar en nosotros mismos, crecer, madurar, trascender, aun sabiendo que los hijos están prestados con nosotros, y que lo sano es que se independicen de nosotros en todos sentidos.

¿Nos aferramos a los objetos, al dinero? Cuando nos entierren, de nada nos va a servir el haber pasado la vida acumulando cosas, en lugar de disfrutarla en forma sencilla.

Después de revisar lo anterior, vamos a empezar a no aferrarnos a algo o de alguien y, poco, a poco, vamos a eliminar ese vínculo enfermizo.

Podemos hacerlo. El primer paso es la toma de conciencia, el segundo, una acción específica para resolverlo.

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