Renovación 38
Hoy vi desplazarse a una persona ciega con absoluta autonomía y seguridad, y sólo se ayudaba con un discreto bastón que no llamaba la atención. Vinieron a mi mente tantas personas que han superado obstáculos físicos, mentales, económicos, sociales, políticos, para ser ellas mismas, para ganarse la vida, para superarse, para ayudar a los demás, y las veces que yo me he quejado ante una contrariedad sin importancia.
He leído mucho sobre Helen Keller, (1880-1968) una niña que enfermó a los 19 meses de edad de lo que se supone pudo haber sido escarlatina o meningitis, que la dejó ciega y sorda.
Gracias a su Institutriz, Anne Sulivan, quien la enseño a leer y a llevar una vida disciplinada, Helen venció su discapacidad y terminó dando conferencias y clases para abrir el horizonte a quienes no veían o eran mudos.
Fue la primera persona ciega y sorda que se graduó en una Universidad en Estados Unidos (Radckiffe 1904). En 1903 publicó su primer libro “La historia de mi vida”, que es considerado un clásico.
Una de sus frases, cerca del final de su vida es: «En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha.»
Cuando estemos a punto de quejarnos, recordemos a Keller, o a los miles de seres valiosos que nos han dado ejemplo de voluntad, disciplina, fortaleza, tenacidad, y el resultado de tener una Misión en la vida.
Ver en internet películas sobre la vida de Helen Keller: «The miracle worker», «Un milagro para Helen»