El miedo puede llegar a paralizarnos, puede impedirnos ser felices y hacernos mucho daño.
Hay muchos tipos de miedos, mencionaré algunos:
• A la muerte
• A perder el patrimonio
• Al ridículo
• Al rechazo
• A ser amado
• A triunfar
• A vivir
Un miedo puede estar conectado en forma directa con otro, puede originarlo o reforzarlo, o puede servir de máscara para el temor real que existe muy dentro de nosotros mismos.
Sé de muchas personas que dicen tener miedo a la muerte y se pasan la vida luchando por no morir, por lo que dejan de VIVIR.
Es importante cuidar el patrimonio, guardar recursos para la vejez cuando se puede, el riesgo es volverse obsesivo y no gastar, volverse avaro y guardar dinero o recursos “de más”, mientras nos privamos de disfrutar el presente. Por ejemplo, si yo ya tengo un seguro de vida, de gastos médicos mayores, si lo que tengo ahorrado me garantiza que los años que me quedan por vivir tendré garantizado mi bienestar, y sigo guardando dinero mientras me privo de viajar para visitar a mis hijos, de ir al cine, de regalar algo a los demás, porque tengo miedo de que se acabe el dinero, dejo de disfrutar el hoy y mantengo una actitud pesimista ante la vida.
Cuando somos capaces de reírnos de nosotros mismos, no hay nada que nos amenace si cometemos errores.
Si podemos aceptar que esa persona que me rechaza, o me rechazó, lo hace o lo hizo porque era lo que podía hacer como producto de su historia personal, no nos sentiremos lastimados y, tal vez, hasta podamos desearle el bien.
El miedo al triunfo puede estar enmascarando el temor a perder lo que tenemos ahora, así sea estar en la mediocridad.
Y, por último, el miedo a vivir, a sentir, a gozar plenamente de lo que somos, del enorme privilegio que significa estar vivo y poder tomar nuestras decisiones, nos lleva a morir un poco cada día, mientras vegetamos en el limbo.
Dejemos el miedo atrás y avancemos con paso firme hacía nuestros logros.