Cito las palabras que dijo sobre este tema, en una larga entrevista a La Civiltá Cattolica, realizada en su austera habitación de la residencia de Santa Marta: “No se puede hablar de pobreza si no se experimenta en los lugares en donde existe”.
Hay grandes filántropos que aportan cantidades enormes para paliar la pobreza, y unos cuantos que van al fondo del asunto y colaboran para crear fuentes de trabajo y le dan énfasis a la educación, la llave para salir delante de una situación difícil. La diferencia entre unos y otros es que, los primeros lo hacen como quien da unas migajas a los que se mueren de hambre para calmar su conciencia y que los demás vean que son muy generosos, los segundos conocen el hambre o la necesidad y saben que se requiere un trabajo personal e interno para vencerla y salir adelante.
Extrapolando esto a la actuación de algunos sacerdotes, están los que dicen Misa vestidos con trajes bordados en oro, en un templo atiborrado de pinturas o elementos carísimos, y piden limosna para entregar despensas o alguna ayuda a los pobres y, por otro lado, están los que viven en la colonia humilde, comen lo que comen sus vecinos, se transportan a pie, en el autobús o subterráneo, e invitan a todos a compartir lo que tienen, a ayudar a superarse, mediante la educación y capacitación, a los que necesitan encontrar un empleo. No pongan esa cara. ¡SÍ EXISTEN! Yo conozco a algunos de ellos.
Dice el Papa Francisco que el pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios clérigos de despacho y que, en lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, se busque ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente.
Les recuerdo que Iglesia es la comunidad de fieles y sus jerarcas, y templo es el edificio donde se llevan a cabo los rituales del culto.
No me imagino a Carlos Slim, criado en una familia libanesa donde sobraba de todo, sintiendo en el alma los apuros de un padre de familia que no tiene que llevar para darle de comer a sus hijos. Podrá intelectualmente entenderlo, sentirlo es otra cosa.
La propuesta de acercarse a los pobres, a los que sufren, de vivir con ellos su dolor, de hermanarse en su lucha por salir adelante, dirigida a los cusacerdotes de la Iglesia católica, no va a gustarle a la enorme mayoría que vive como “Príncipes de la iglesia”, opíparamente, con lujos innumerables, con una impunidad absoluta para acciones oscuras o pecadoras. No, el avispero se va a alborotar, el nidal empieza a inquietarse, la cloaca teme que la descubran y entre el sol, la luz, el aire, y se lleve la podredumbre, la miseria, la falsa piedad.
Lean más sobre la entrevista, en los reportajes de Pablo Ordaz y Juan Arias en el periódico El País del día de hoy, páginas 26 y 27, o en http://www.elpais.com
He tenido la oportunidad de estar en Roma, en el Vaticano, con Paulo VI (otro revolucionario para algunos, por lo tanto tachado de peligroso, ver http://www.vaticanocatolico.com), y con Juan Pablo II, cuyo carisma y energía me impacto al entrar en contacto con él, así como me llamó la atención su disciplina ante los Misioneros de Cristo (Marcial Maciel). ¿Cómo justificar su silencio ante las barbaridades que llevó a cabo ese ejemplar tan singular?
Espero poder ir y conocer a este Papa tan cercano a la idea que yo tengo de un sacerdote católico, y tan distante de mi vecino en la plaza de toros México.