Hoy, 28 de marzo, la iglesia católica celebra el Jueves Santo. Digo la iglesia católica consciente de que iglesia es el conjunto de fieles que profesan una religión, y no el templo en el que se reúnen, como la mayoría de las personas en México creen.
No puedo evitar acordarme de los días ya tan lejanos en que yo era una católica practicante, y con un fervor infinito vivía estos días santos, sufría la captura de Jesús, su tortura, su muerte, y gozaba el sábado de Gloria y el domingo de Pascua con la noticia de la resurrección. “Tiempos idos y no vueltos”, diría mi Nana Soledad.
Después, ya con mis hijos, estos días se volvieron un período de vacaciones en que, por lo general, nos íbamos a la playa, con todo lo que significa viajar al mismo tiempo que miles de turistas que van al mismo destino.
A pesar del ajetreo, me despertaba todos los días para ver el amanecer desde la terraza de la casa en que estábamos en Acapulco. Era un espectáculo mágico, una paleta de colores cambiante por minutos, que mostraba la entrada del sol, de la esperanza, de la vida, y la desaparición de la penumbra y la nostalgia.
Si ustedes están de vacaciones, prueben a levantarse antes de que salga el sol y hagan un ejercicio para vitalizar su vida, con una relajación total, visualizando con los ojos abiertos como esa luz entra hasta el último rincón de su cuerpo y trae consigo bienestar y salud. Después pueden volver a dormir si así lo desean, ya con las pilas recargadas.
No importa si están en el mar, el campo, o en un pueblo pequeño, en todos los lugares sale el sol para todos. Aprovechen y nutran su espíritu y su cuerpo con energía que puede durar mucho tiempo en su interior.
¡Felices vacaciones! ¡Fructíferas reflexiones!