Recibí un mensaje de una joven que conozco, en el que me informa que su Jefe dejará la empresa en que ambos trabajan próximamente y que está haciendo todo lo posible porque la despidan a ella.
Los antecedentes son que el Jefe, a través de su conducta y acciones, ha demostrado una especial animadversión por mi joven amiga. Por ejemplo, la agrede verbalmente cuando no hay testigos y le ordena que vuelva a hacer cierto informe o reporte (que no tiene ningún error), porque es una inútil, mediocre e ineficiente contadora. Si ella le dice qué cuáles renglones conviene modificar, el Jefe contesta que los busque ella, que para eso le pagan.
El acoso laboral llegó al punto en que la joven puso una queja en el departamento de Recursos Humanos y documentó los eventos, mismos que, cuando fue requerido, el Jefe no pudo refutar. Al salir de ahí, le dijo que no pararía hasta hacerla caer. Ahora que, por fin, se va, puso pésimas notas en la evaluación anual de la joven, y ha inundado la oficina con chismes y calumnias en Radio pasillo.
Casos como éste hay miles en las empresas e Instituciones públicas y privadas. Por lo general, esos Jefes son personas inseguras que se sienten amenazadas por la eficiencia, o algunas características de liderazgo, motivación, capacidad de trabajar en equipo, comunicación integral, que muestran sus subalternos.
Existen también las personas contaminantes. Todos conocemos que hay bacterias y microbios que propagan determinadas enfermedades, contra las cuales hay vacunas y/o tratamientos específicos para combatirlas. Así mismo, sabemos de la existencia de virus que, en muchas ocasiones, no son fáciles de ubicar y muchos de ellos, difíciles de combatir. Pues bien, hay personas que funcionan como bacterias o microbios, y otras que se dedican a esparcir el virus del que están infestadas.
Las primeras son fáciles de identificar y el antídoto salta a la vista de inmediato. Son personas que actúan de frente, en forma errónea o no funcional, y la clave es que no hay una intención específica de dañar a la persona que están contaminando.
El dicho dice “De las aguas mansas me cuide Dios, que de las bravas, me cuido yo”. Las que transmiten virus pertenecen a las aguas mansas, no dan la cara, son sigilosas, astutas, utilizan varias caretas, y actúan en forma maligna en ocasiones. Las razones por las que están contaminadas pueden ser muchas y muy variadas y, por lo general, tienen su origen en una infancia infeliz en la que pueden haber sufrido abuso psicológico, físico o de cualquier otro tipo, no que no les da derecho a hacer daño a los demás hoy día.
¿Cómo identifico a estas personas?
• Criticones. Su vida es aburrida y frustrante, no les satisface, por lo que se dedican a buscar, hasta con lupa, errores en los demás y a hacerlos públicos. No hablan bien de nadie. No compiten con sus compañeros, los destruyen. Su meta es que tú te contagies de vergüenza, de culpa que devenga en remordimiento, y que pierdas la esperanza de lograr que las cosas vayan mejor.
• Resentidos. Sienten un profundo resentimiento con la vida porque no han sido capaces de manejar la suya con éxito. Desconfían de todo y de todos. Hablan mal de todo mundo, en especial de quienes los rodean y pueden ser su competencia en algún sentido. El que otros tengan éxito debido a su esfuerzo y voluntad de lograr una meta, los hace sentirse inútiles, y generan acciones negativas hacia ellos, aunque sea hablando mal de ellos, o inventando defectos que manchen su historial. Si los dejas entrar en tu vida, te contaminarán su ansiedad, inseguridad e impotencia.
• Cínicos. Suelen pedir favores a toda hora, no dan tanto como reciben. Son egocéntricos y cuando se les deja de hacer favores, empiezan con el chantaje emocional. Utilizan a las personas sin que les importe su estado físico o emocional, están ahí para serle útiles a él. Pueden hacerte sentir que mereces que se aprovechen de ti y resignarte a ello.
• Maltratadores. Son los que humillan, faltan al respeto, golpean, provocan que los demás caigan en el ridículo, amenazan, menosprecian a los demás y hacen todo lo posible por minarle su autoestima. En la mayoría de los casos, lo hacen con guante blanco si trabajan en una empresa, o entre flores, risas y lágrimas si son misóginos y tienen pareja o hijos, a los que les dicen que lo hacen “por su bien”. Acepar a estas personas en tu vida hará que sientas odio y miedo, emociones auténticas displacenteras que, si no son manejadas en forma asertiva, se convertirán en sentimientos negativos que pueden perdurar toda la vida y dañar tus relaciones futuras.
¿Cómo actúo ante ellas?
• En forma asertiva. Evita entrar en juegos psicológicos como “sólo trato de ayudar”, “psiquiatra”, ¿Por qué no…?, etc. (Juegos en que participamos. Dr. Eric Berne, Editorial Diana), que van a hacer perdurar la patología de ellos y te contaminarán a ti.
• Practica la escucha activa. Refleja lo que te dicen sin añadir una carga emocional.
• Piensa que se gasta mucha energía en quejarse y llorar, insultar o intentar debilitar a los demás, y que esa misma energía la pueden utilizar para salir de sus problemas, nada más que tú no eres su coach, su psicólogo, su psiquiatra, su sacerdote, eres su familiar o su colaborador en el trabajo.
• Si critican a alguien que está ausente, no participes en ese juego.
• Evita entrar a formar parte de “radio pasillo”. En muchas ocasiones los rumores son infundados y, cuando nos damos cuenta de ello, el daño ya está hecho.
• Si alguien le pide favores constantemente, aprenda a decir NO = ASERTIVIDAD. Si antepongo a los demás a mi propio bienestar o metas, estoy cayendo en una conducta disfuncional.
• POR NINGUNA RAZÓN O MOTIVO, PERMITAS, TOLERES O PROPICIES QUE TE MALTRATEN O AGREDAN FÍSICA, SEXUAL, MENTAL O PSICOLÓGICAMENTE. Si tú no te respetas, no vas a lograr que los demás te respeten. Pide ayuda. No des segundas oportunidades a quien te golpea o humilla. El que esa persona haya tenido un pasado doloroso no le da derecho a lastimar a los demás, si tú excusas por esa razón, puede ser que a ti te guste el rol de víctima.
• BUSCA PERSONAS SANAS, ASERTIVAS, POSITIVAS, en el trabajo, en la familia, entre tus conocidos para que sean tus amigos. Tú puedes sentir la diferencia porque después de estar un rato con ellas, te sentirás mejor, con una nueva energía para seguir adelante.
Esta es una orientación que espero le sirva a la joven que me escribió. Si su situación es pasajera porque el Jefe ya se va, puede valer la pena PROTEGERSE en todos los sentidos, extremar el cuidado que ponga en sus actividades, cumplir con todo lo que le corresponde, evitar estar a solas con él, reafirmar su autoestima, pasar más tiempo con personas sanas desde el punto de vista emocional y psicológico, y por último, aunque parezca raro, dedicar unos minutos al día para pedirle a su Poder Superior, que ayude a ese señor a que encuentre el camino para ser mejor persona.