EXCESO DE MEDICAMENTOS

Recibí una carta de una conocida en que me comentaba lo siguiente:

Mi tío Agustín se encontraba bien de salud, hasta que su mujer, le dijo:
– Agustín, vas a cumplir 70 años, es hora de que te hagas una revisión médica.
-Y para qué? si me siento muy bien, contestó él.
-Porque la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sientes joven.

Mi tío acudió con el médico, quien le mando hacer análisis de todo y le recetó:
Atorvastatina para el colesterol,
Losartán para el corazón y la hipertensión,
Metformina para prevenir la diabetes,
Polivitamínico, para aumentar las defensas.
Desloratadina para la alergia.
Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago,
le indicó Omeprazol.

A la segunda revisión, el médico lo notó tenso y algo contracturado, decía mi tío que era por no recordar a qué hora debía tomar la pastilla de qué color, por lo le recetó Alprazolal (ansiolítico) y Sucedal para dormir.

Mi tío se resfrió, por lo que el médico le añadió Tabcin día y noche y Sanigrip con efedrina, más un antibiótico, Amoxicilina de 1 gr. cada 12 por 10 días. Como le salieron hongos y herpes, le indicó Fluconol con Zovirax.

Por curiosidad, mi tío se puso a leer las precauciones, efectos colaterales, etc., de todos los medicamentos que estaba tomando y se asustó muchísimo, por lo que fue con el doctor, quien le mandó un antidepresivo Sertralina de 100mgs. Como le dolían las articulaciones le mandó diclofenaco.

Al poco tiempo, mi tío murió y todos en la familia pensamos que si no hubiera tomado ninguna de todas esas medicinas, y hubiese seguido con su régimen sano, comiendo pollo sin piel, pavo, lentejas, ejotes y alubias, aceite de oliva, frutas, verduras de todos colores, poca sal y nada de azúcar refinada, tomando cada día su copita de vino tinto cabernet sauvignon, además de agua pura en abundancia, y caminando 6 mil pasos diarios, tomando su tazón de leche caliente con miel de abeja al acostarse para los resfríos, estaría vivito y coleando.  ¿Tú que opinas María? 

Le respondí a mi amiga que pienso que es factible que si su tío hubiese seguido su vida tranquila y relajada, comiendo en forma saludable, haciendo ejercicio y, sobre todo, tomando su copita de vino tinto, o de tequila según he visto que muchos ancianos hacen en México y les funciona bien, seguiría viviendo sin preocuparse ni obsesionarse por el deterioro normal de la edad.  Le dije que el hubiera no existe, lo único que nos queda es el aprendizaje. ¿Qué tan aprensivos somos respecto a nuestra salud?  ¿Queremos corregir con medicamentos nuestros excesos y desórdenes en la alimentación, la falta de ejercicio, el mal manejo del estrés que practicamos?   Vale la pena reflexionar sobre este punto, por eso comparto parte la carta de mi amiga con ustedes.

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