Ya hemos empezado a renovar nuestro tracto digestivo, al revisar que no tengamos caries ni ninguna alteración en nuestra boca que pueda traer consigo infecciones posteriores, no sólo en la boca, si no en todos los órganos del resto del cuerpo. Estamos ocupados con el aseo y mantenimiento que merece esa maquinaria que nos ayuda a vivir más años en buen estado, y que es la que nos abre las puertas de una relación positiva y gratificante con los demás mediante una sonrisa.
Hemos observado y tomado nota de lo que nuestro cuerpo nos dice respecto a si el estómago está funcionando bien y los intestinos llevan a cabo su labor con normalidad, para corregir lo que cause algún trastorno en nuestra salud.
Veamos ahora nuestros hábitos de higiene.
• ¿Estamos utilizando los productos idóneos para la limpieza del cuerpo, rostro y cabello?
• ¿Somos víctimas del consumismo y la mercadotecnia y compramos tal o cual producto porque está de moda, “es lo último”, o lo usa algún personaje famoso?
• ¿Tomamos en cuenta que los productos que utilizamos para asear, exfoliar, nutrir, humectar nuestra piel (el órgano más grande de los cinco sentidos), prevenir daños por los rayos solares, la contaminación, el estrés, etc., sean orgánicos, libres de conservadores, sin elementos químicos que la agredan y deterioren?
• ¿Somos constantes en nuestras rutinas de limpieza y alimentación de nuestra piel?
En este proceso de renovación, que estamos iniciando por el cuerpo, vamos a ir colocando cimientos firmes en lo que traiga consigo salud y bienestar.
Vigila tu higiene personal en todos sentidos y mantén rutinas que te permitan sentirte seguro y confiado en que tu presencia es grata, en todo momento y lugar, porque está libre de malos olores o aspectos desagradables en tu boca, manos, pies, órganos sexuales, rostro.