El más importante de todos se recibe de la madre; bueno, eso es lo que se creía antes, ahora algo está cambiando ya que he conocido muchos padres jóvenes que también lo transmiten en la actualidad.
Así que es “te quiero”, no “te quiero porque eres mi hijo, mi primogénito, el más guapo del mundo, el más inteligente, el más simpático, porque eres el vivo retrato de….., porque me das la oportunidad de tener un rol que justifique mi existencia (vacía sin ti), etc.
Amor incondicional es “te acepto por ser tú y te quiero por ser tú, no tienes que cumplir mis expectativas sobre ti, ni vienes a llenar un vacío en mi matrimonio o a ver si logras retener a tu padre y que deje esa otra relación”. “No tienes que hacer nada para que te quiera, ni complacerme, ni ser bueno, ni apoyarme, ni cooperar en la casa”. El hecho de que vivas y me permitas aprender contigo cada día a ver el mundo a través de tus ojos llenos de asombro (que yo he perdido en el camino), el hecho de ser y estar en mi vida es suficiente para que yo haga todo lo que pueda por facilitarte la tarea de ser un ser independiente, autónomo, autosuficiente en todos los aspectos: físico, emocional, intelectual, espiritual, económico, social. Cometer errores y aprender de ellos es una muestra de amor.
Si el bebé/niño recibe esta clase de amor en sus primeros siete años, va a ser capaz de identificarlo y buscarlo en su vida más adelante. Si vive en una codependencia, en el chantaje emocional, en la sobreprotección, es probable que no lo sepa valorar cuando lo tenga enfrente. ¿En cuál caso estás tú?