Las velas (veladoras) nos sirven para cumplir muchos rituales, por ejemplo hoy que es primero de mes, seguramente vas a prender una vela (si eres católico tal vez llevaste al templo a bendecir las doce de diferentes colores el día 1º de enero) y rezarás o harás una oración a tu manera.
Prendemos velas para pedir algún favor especial a nuestro santo preferido o a la Virgen que más nos guste (ayer vi una ventana que da a la calle donde está la Santa Muerte llena de veladoras grandototas). Les pedimos que intervengan para sacarnos la lotería, tener suerte en la entrevista de trabajo, que no nos toquen los balazos, hasta que la salud regrese a un enfermo. Cuando alguien muere, prendemos velas para que iluminen su tránsito hacia la eternidad, cosa que se repite el día de muertos en México, tanto en el cementerio como en el altar de muertos.
Recurrimos a las veladoras para aromatizar el ambiente, estar en la penumbra con nuestra pareja y tener la oportunidad de realizar juegos amorosos que nos lleven a una intimidad romántica.
Encendemos veladoras para iluminar el camino que conduce al lugar donde se va a realizar una boda en la playa, en un jardín, en un pueblito, en el templo.
Prendemos velas (cirios) para ceremonias como el Bautizo, la Confirmación, la Primera comunión, etc., en fin, hay muchos rituales que involucran el uso de las velas. El simbolismo de una luz que se prende e ilumina nuestra vida y nuestro camino y el asociarlo con una ceremonia espiritual o energética, es positivo y tiene su encanto.
Lo negativo es esperar que las soluciones para nuestros problemas vengan del “otro lado” es decir, de Dios y/o la organización burocrática que visualizamos para llegar a Él, de la suerte o del universo, y que no trabajemos para lograr nuestras metas. “A Dios rogando y con el mazo dando”. Comprométete en tu labor de cada día.
Recuerda: Dios es en ti y está en ti, encuéntralo en tu interior. Vive y emana PAZ, FE, AMOR y ESPERANZA. Es lo que yo te envío hoy.