Acabo de asistir a una reunón de viejos amigos, lo de viejo va porque tenemos muchos años de conservar la amistad y por la nieve que ya inundó nuestro cabello y muchas otras partes más del cuerpo y el alma. Es sabido que las mujeres nos teñimos el cabello a la aparición de la tercera cana, y que ellos se resisten un poco más y empiezan a usar productos que se aplican en casa, con lo que con frecuencia terminan con una melena veteada entre pelirroja, rubio deslavado y una gama de colores sin nombre que ustedes habrán visto en personajes públicos que transitan por la andropausia, a mi me tocó reírme de muchachos más cercanos a mi vida.
Cuando somos jóvenes nos reunimos a platicar sobre lo que vamos a estudiar, el auto que queremos comprar, los viajes que vamos a realizar y compartimos sueños e ilusiones sobre el futuro.
Pasan los años y muchos nos casamos y las conversaciones con los amigos son sobre los hijos, sus clases especiales, el problema de Déficit de atención que tienen (esto está más generalizado que el que padezcan gripa), los horarios de los antros, los riesgos de la ciudad, lo difícil que es tener una familia y tener que ir a la oficina, lo mucho que trabaja la pareja que siempre llega tarde y no está cuando se le necesita. Si son solteros van a platicar de su último viaje, la decoración de su departamento, lo molesto que es aguantar a la mamá metiche que les quiere buscar novia o novio a como de lugar y dirigir su vida.
Otra década más y en la clase alta se platica sobre los viajes y los hoteles exclusivos en que se alojaron, las últimas adquisiciones de joyas, ropa, autos, lo mal que está la economía, y lo bien que van los hijos estudiando en el extranjero. En otras clases sociales se habla de lo difícil que es tener hijos universitarios, de la falta de opciones de empleo para ellos y los hijos, de lo caro que está todo.
Unos años más tarde, sin importar el estatus social o económico, las conversaciones empiezan con un intercambio de información sobre sus achaques, padecimientos, médicos y tratamientos último modelo: ¿Cómo sigues de tu columna, de tu diabetes, de tu reflujo, de los divertículos (vaya nombrecito), de tu sordera, de si todavía puedes, etc.?
Ya después viene la puesta al día de lo que hacen los hijos, los nietos, la familia y por último llega el momento de recordar lo maravilloso que eran aquellos tiempos en que podías salir a la calle a jugar, en que la puerta de tu casa se quedaba abierta a veces y lo único que entraba era aire, no asaltantes como ahora a pesar de las 5 cerraduras que se ponen en ellas, de cuando el cielo era azul y se podían ver las estrellas por las noches, los vecinos se conocían y se saludaban.
¿Será posible volver a enfocarnos en lo que vamos a hacer y no en lo que hicimos? ¿Se vale tener sueños, hacer planes, elaborar proyectos, para los próximos veinte o diez años de vida que nos queden por vivir, en lugar de concentrarnos en las dolencias y lo que se ha ido? Por supuesto que es válido y mucho más sano, porque esta actitud va a favorecer la liberación de endorfinas en nuestro organismo, lo cual nos hará sentir mejor. Considero que es importante disfrutar cada etapa de la vida con la vista hacia adelante y construir nuestro futuro hoy, evitar vivir en el pasado, no importa la edad en que nos encontremos.
Hacia atrás, ni para tomar vuelo dicen por ahí.